ALEJANDRO CALDERÓN
SÃ, me confieso devoto seguidor de tus andanzas. Defensor acérrimo de tu Verdad y de tu Historia. Militante activo de las tropas xerecistas ante toda tropelÃa que las hordas enemigas osen inventar. Persona anónima, al fin y al cabo, pero siempre latiendo en azul y blanco.
Hubo un tiempo, no muy lejano, donde una muchedumbre disfrazada de xerecismo acudÃa a tu antigua casa a rendirte pleitesÃa. Pero ni siquiera hicieron falta treinta monedas para traicionarte; bastaron unas palabras huecas y otras medias verdades para que te condenaran a muerte y eligieran a Barrabás, expulsándote del templo y cargándote con un peso casi inaguantable que te llevaba hacia un desenlace por muchos esperado. Pero no contaban con nosotros: los irreductibles, esa especie de aldea gala que luchó contra Roma y nunca se rindió. Cada vez que te caÃste, te levantamos. Cada vez que tuviste sed, te dimos de beber y te tomamos de la mano para que no volvieras a hincar la rodilla nunca más. Y eres tan grande, que no necesitaste morir para resucitar, no al tercer dÃa, sino poco a poco, volviendo como las mareas, una y otra vez, empeñándote en sobrevivir a tu fatal destino.
Ultimamente, mi entorno me pregunta el porqué de mi fe ciega en tÃ. No hay explicación racional ni evidencia cientÃfica. Porque sÃ. Una de las pocas certezas que tengo en mi vida, es que me moriré sintiéndome xerecista, orgulloso de un escudo que cada vez que adorna mi pecho, me hace ser feliz. Y no necesito grandes victorias ni ascensos adulterados. Solo necesito que estés ahi, viviendo cada dÃa y dándonos la alegrÃa de verte cada domingo. En este largo peregrinar dominical de los últimos años, donde cada partido podÃa ser el último, me di cuenta de lo mucho que significas para mÃ. De espectador pasivo he pasado a guerrero, activo y a veces visceral, unas veces incomprendido y otras cansado, pero siempre a tu lado.
Estoy seguro de que nos quedan muchas batallas por librar, y que perderemos algunas, y en otras venceremos para darte mayor gloria. Nos rodean los enemigos, empeñados en negarte no tres veces, sino en incontables ocasiones. Pero nos da igual, juntos seguiremos recorriendo el camino y haciendo de la vida un poquito mas azul. Fidelidad, honor y gloria. Mi único equipo ha sido el Xerez Club Deportivo desde hace ya casi cincuenta años, ¿puedes decir lo mismo?
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