1914

 

ALEJANDRO CALDERÓN

Bien podría ser la fecha de inicio de una Guerra Mundial, o el precio de una moderna Smart TV, o la suma de calorías de una dieta macrobiótica... pero no, es la suma de ilusiones que un puñado de locos xerecistas se metieron en el cuerpo en apenas una semana para no abandonar a su equipo allá por tierras murcianas. 1.914 km que parecen muchos pero que se quedan en nada después de disfrutar, sufrir, gritar y gozar de la doble victoria del glorioso Xerez CD. 


36 horas de viaje atravesando casi toda Andalucía de oeste a este, hollando cinco provincias hasta llegar al destino final, la lejana y siempre fértil tierra murciana. Un doble desplazamiento donde, con la ilusión por delante, las carreteras y autovías andaluzas fueron devoradas por el comando Xerez CD, km a km, porque allá donde vayas, allí estaremos. 


Tantas horas de viaje común dan para mucho. Desde las inevitables referencias al desastroso final del año pasado, y sus consecuencias pasadas, presentes y futuras, hasta el sueño de culminar esta temporada en lo más alto, esperanzados en el equipo y en su líder, nuestro capitán Fajardo. 


Da tiempo a comer bien y mal. A tomar un café tras otro para aguantar el sueño. A acordarte de la familia de tus compañeros de viaje porque se quedan dormidos y tú vas al volante, pendiente de curvas, camiones, radares y de la madre que los parió a todos. De pasar por el pueblo natal del poeta fusilado por las hordas franquistas y del lugar donde se supone que está enterrado, y a preguntarte a qué esperan para buscarlo. 


Dos campos distintos, dos ambientes diferentes. Un campo de Primera División, con cuatro plantas, dos sótanos para aparcar, cabinas de prensa con aire acondicionado, vistas casi aéreas para ver a los jugadores y una afición que se queda corta para tamaño escenario. Y un campo antiguo, que suena a fútbol de otra época, afición entregada que resuena en cada rincón, fútbol cercano, vibrante, que te recuerda el daño que las pistas de atletismo hacen a este deporte y ese encanto perdido que el fútbol moderno no tiene. 


¿Merece la pena? Siempre, porque acompañar a tu equipo en su camino no tiene precio y no concibe dudas. O estás o estás. Quien dude, que se aparte, que hay más opciones, fáciles y cómodas. Como dijo un integrante de este maravilloso comando, en un momento de lucidez: "Ir una vez es de locos; ir dos, es de xerecistas".

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