Si hay vida, hay xerecismo

Por los que lo hicieron posible, por los que nunca desistieron

Se cumplen dos años de uno de los días más felices para la afición xerecista. Y no se trata de rememorar la conquista de un título o de un partido inolvidable, sino todo lo contrario, celebrar que estábamos vivos. Hoy, 30 de agosto, el Xerez celebra la vida, la historia, las tardes en el Domecq y las mañanas en Chapín, el orgullo de una afición y el significado de ser xerecista. No se llegará a calificar de milagro porque hubo muchas manos conocidas y anónimas que lo hicieron posible, pero se queda bastante cerca. 74 años de lucha no se podían apagar por una deuda económica, al menos mientras haya xerecistas. Seres que son capaces de lo imposible sin buscar beneficio a cambio, tan solo entregando el mayor don humano: su propio corazón. 


Uno no debe creer en las comparaciones, pero este caso la merece. Aquellos fieles de todas las edades, de largas décadas a sus espaldas y primeros números en sus carnets; a los que decidieron volver sin rencor alguno; por los más pequeños, que solo han vivido el fango de su equipo; a todo aquel que lleve en su pecho la mayor insignia del xerecismo;  gracias a ellos fue posible. No es por comparar pero a la afición del Xerez no la pueden igualar. Simplemente lo llevan en su forma de ser, ya lo dijo D. Antonio Fernández: "Muchos te vieron nacer, otros te ayudaron a vivir pero ninguno te verá morir". Y han sido muchos los que le han ayudado a vivir, por eso hoy es su día. 

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